En una conferencia telefónica, la fundadora del Movimiento de los Focolares, en la Navidad de 1986, insta a no olvidar a quien está solo, enfermo, atraviesa pruebas espirituales, y a ofrecer con ellos el sufrimiento como un regalo precioso para el Niño que nace en Belén.
Hoy la calidez de la Navidad nos ayuda a sentirnos todos más familia, más uno entre nosotros, más hermanos; a compartirlo todo: alegrías y dolores. Sobre todo, dolores con aquellos que por las circunstancias más variadas transcurren esta Navidad sumidos en el sufrimiento: una enfermedad, una desgracia, una prueba, una circunstancia dolorosa…
[…] Si miramos con ojos humanos el sufrimiento, sentiremos la tentación de buscar la causa en nosotros o fuera de nosotros, en la maldad humana, por ejemplo, en la naturaleza o en otras cosas… Ese accidente es culpa de aquél, esa enfermedad es por mi culpa; esa prueba dolorosa proviene de aquel otro…
Todo esto también puede ser verdad, pero si pensamos sólo de esta manera, olvidamos lo más importante. Nos olvidamos que detrás de la trama de nuestra vida está Dios con su amor, que quiere o permite las cosas por un motivo superior, que es nuestro bien.
[…] ¿Qué decirles entonces hoy a los que luchan en medio del sufrimiento? ¿Qué podemos desearles? ¿Cómo comportarnos con ellos? Acerquémonos a ellos, ante todo, con sumo respeto: porque aunque todavía no lo piensen, ellos son visitados por Dios.
Después compartamos, en todo lo posible, sus cruces. Asegurémosles nuestro constante recuerdo y nuestras oraciones, para que sepan acoger directamente de las manos de Dios todo lo que les angustia y les hace sufrir. Ayudémosles, además, a tener siempre presente el valor del sufrimiento. Y recordémosles ese maravilloso principio cristiano por el cual un dolor amado como rostro de Jesús crucificado y abandonado puede transformarse en alegría.
[…] Siendo conscientes de que quien se pone a caminar en el camino de Dios no puede escapar al sufrimiento, deseamos a todos que sepan descubrir cada dolor pequeño o grande que encuentren con amor, con gran amor, para donarlo al Niño Jesús […] como los Reyes Magos ofrecieron sus regalos. Será el mejor incienso, el mejor oro, la mejor mirra que podremos depositar en el pesebre.
Chiara Lubich, 25 de diciembre de 1986
Fonte: MOVIMENTO DEI FOCOLARI