Cuando a mi esposo, John, le fue diagnosticado el Alzheimer mi vida cambió. En un primer momento estaba concentrada en mi dolor y en el peso que tenía que afrontar. Sólo después, encontrándome con personas que me permitieron experimentar el amor de Dios, entendí que ocuparme de John era lo más importante de mi vida.
Pero el camino ha sido largo. Al principio estaba muy asustada y no lograba manejar la situación. Después cuando las condiciones de John empeoraron, no había nadie alrededor que me pudiera ayudar. Incluso el médico de familia estaba de vacaciones. Sufría sin saber qué hacer para ayudarlo. Además tenía que hacerme cargo de otras cosas, incluida nuestra situación financiera. Me sentía cada vez peor y también mi salud se resintió.
Después de mucho buscar, una agencia encontró y me ofreció un “Care Support Worker”.
Después de 4 semanas vino una señora que entendió nuestra situación y demostró mucha disponibilidad y apoyo. Me sentí aliviada.
Pocas semanas después, fui invitada a un encuentro de 4 días organizado por el Movimiento de los Focolares. Participé porque había podido internar a mi esposo en una clínica. Una noche, durante un encuentro de grupo, alguien me preguntó: “¿Tú qué haces Pam?”. No quería responder y contar todos mis problemas, lo que estaba sufriendo y cuán débil me sentía. Pero después, para no ser maleducada, empecé a decir algo y, en un momento dado, estallé en llanto. Era lo único que no habría querido hacer: atraer la atención.
Pero enseguida todos trataron de reconfortarme, entendían lo que me estaba pasando y me querían demostrar amor y compasión.
Al inicio pensé que me iba a sentir avergonzada pero (¡Increíblemente!), ¡Me sentí aliviada, sanada! La situación por sí misma no había cambiado, ¡había cambiado yo!
De hecho me di cuenta de que cuidar a mi esposo se me había vuelto un peso. Sin embargo Jesús había dicho: “Mi yugo es suave y mi carga ligera”. Tenía necesidad de alguien que me recordara que Dios es amor y que nos ama inmensamente. Después de que puse a Dios en primer lugar en mi corazón, en la mente y en el alma, todo asumió la perspectiva justa. Mi esposo enfermo ahora representaba lo más importante.
Seguramente en situaciones como ésta es importante la oración. Pero lo que más me ha ayudado a salir de mi situación de sufrimiento ha sido la presencia espiritual de Jesús en medio de ese grupo de personas. Me han hecho experimentar el amor de Dios.
La experiencia con John continúa, pero ahora sé que puedo contar con el amor de todos.
Da: New City (Inghilterra) Agosto-Septiembre 2017